Muy cerca están Las Terrenas, un pueblo de pescadores hoy con-vertido en un destino turístico con mucho encanto y fuerte influen-cia francesa. Es el punto desde el que adentrarse en la montaña hasta el Salto El Limón, una caída de agua de 40 metros a la que se puede llegar a caballo o a pie. El acceso se organiza desde cualquiera de las paradas del camino, es decir, esos restaurantes tradicionales gestio-nados por campesinos con un estupendo menú típico. En una de las paradas, La Manzana, la cocinera Nena Alcalá explica el secreto del pollo al estilo tradicional: una base de azúcar y el fogón de leña. el ‘chic’ dominicano De regreso a la capital, la edición dominicana de la revista Hola llama la atención entre todas las publicaciones que venden en la zona de descanso de la gasolinera. Las fotos de las socialités locales paseando por la ciudad colonial de Santo Domingo, un sábado por la noche, dan pistas sobre del proceso de gentrificación. Las casitas de arqui-tectura colonial española y francesa están tan cuidadas que invitan a entrar y no salir. Lo sofisticado se mezcla aún con lo sencillo en una proporción perfecta. Uno puede alojarse en la que fue la casa de Óscar de la Renta, comer en un impecable comedor local de colori-dos suelos hidráulicos a la vuelta de la esquina por el equivalente a cinco euros y tomar al atardecer unas cervezas en un colmado mien-tras escucha bachata y merengue. Porque no es un tópico, es verdad que todos los dominicanos bailan. Dicen que El Sartén, en la calle Hostos, es uno de los mejores locales de baile, donde la fiesta empieza en el interior y acaba taconeando sobre las aceras. Todas las tonalidades del verde al azul son posibles en sus parques y lagos. // ENG You can see every shade on the green to blue palette in the parks and lakes here.