Un helado de acebuche e hinojo La ciudad puede ser el paraíso para exploradores hedonistas que no se rinden a lo evidente. Los destacados arroces menorquines del Café Balear (passeig des Moll, 15) pueden robar la atención de otras delicias escondidas, como su carpaccio de rape, sobrasa- da y pétalos de flores, una oda a la belleza de la isla. También se puede aventurar a preguntar los detalles de un postre en el res- taurante Smoix (Hotel Rural Sant Ignasi, Ronda Nord, s/n) y des- cubrir que el helado de camomil·la (manzanilla) menorquina es obra de Can Padet (plaça Francesc Netto, 15). La heladería creada por Pedro Pons, la mejor de la isla, ha sorprendido con una car- ta de sabores arriesgada que destila esencia local e innovación en un pequeño local junto al mercado: revivir la brisa marina y las sombras de olivos silvestres del Camí de Cavalls (sendero que © Manel Subirats El recinto de Lithica. // The Lithica exhibition centre.