Paseando entre los viñedos de Lanzarote, comprendes que los milagros existen, especialmente en la naturaleza. Porque reco-rrerlos se convierte en una lección de viticultura comprometi-da con la resiliencia, el saber hacer y el respeto por el entorno (no en vano, la isla fue declarada Reserva de la Biosfera por la Unesco en 1993). El desastre volcánico que sufrió en el siglo XVIII transformó el suelo isleño; sin embargo, los agricultores hicie-ron de la desgracia virtud y optaron por el cultivo de la vid ahon-dando en las cenizas volcánicas hasta encontrar tierra fértil. La falta de agua y la brisa atlántica también contribuyen a crear estos singulares “viñedos de lo imposible”, como apunta Fermín Otamendi, copropietario de Bodegas El Grifo, fundadas en 1775: “Cada viña es reina de su territorio ya que debemos plantarlas muy separadas dada la escasez de agua: para que cada planta dé un kilo de uvas debe recibir 300 o 400 mm de agua, y aquí llueve Fermín Otamendi, dueño de El Grifo, la bodega más antigua de Canarias. // Fermín Otamendi, owner of El Grifo, the oldest winery in the Canary Islands. © El Grifo/ Patriciacampora Viñedos dispuestos en zanjas. // Vineyards laid out in trenches. © D.R. El Grifo/ Javier Sánchez Martínez Ramón Perera, uno de los viticultores de la isla // Ramón Perera, one of the island’s winegrowers © D.R. El Grifo/Daniel Mamely